-I-
Un domingo cualquiera puedes ganar la lotería, conseguirte un ascenso, comprarte esa enorme tele LCD o, si te atrae la cursilería, encontrar el amor de tu vida. Un domingo cualquiera puedes perder tu dinero de la hipoteca en una apuesta, terminar atropellado por un borracho, embarazar a tu novia menor de edad o ser asesinado por un puñado de cambio y un pase de autobús.
Éste es un mundo que gira en torno al eje de la causalidad, ese motor que hace que las cosas buenas le pasen a los malos y las malas a los buenos. Seguro eso te ha recordado que la vida es injusta; te diré que estás equivocado. La vida sólo es, aunque dependa del hombre para ejercer sus misteriosas fuerzas.
Justo ahora me dejo llevar por esas mismas fuerzas y energías, transformándome en un vehículo que le dará propósito a las advertencias de Schopenhauer y de Murphy. Como una plaga bíblica, destruiré la vida de un charlatán, un déspota con máscara de santo, en parte porque se lo merece, en parte porque quiero ver qué se siente. Quiero verlo sufrir y gemir.
Voy a recordarle que él también es un hombre.